El Navegante
Viamonte entre Alem y Bouchard
Cruzar la puerta de El Navegante es pasar de un mundo a otro. Dejará atrás los vidrios espejados de la City Porteña para llegar a esa Buenos Aires antigua de cuando El Bajo era de los marineros, los tugurios y las profesionales del amor.
De tanto estar afuera del “circuito fashion” fue redescubierto por un puñado de intelectuales, artistas y mediáticos que ya pegaron la vuelta del restó y el diseño.
No hay como la prueba de la tortilla española para medir la calidad de una cocina y en este caso fue superada con holgura. El abadejo a la gallega es perfecto (el plato a pedir) y el hígado a la lionesa muy bien preparado aunque algo pasado de su punto. El conejito a la cazadora tampoco estuvo mal. Para el postre recomendamos el flan casero. Los precios son más altos que el bodegón medio pero sorprendentes si los comparamos con los sofisticados locales de la zona.
La atención de nuestro viejo y querido Laurenciano fue insuperable (trabaja a la noche). Un conocedor del oficio como ya no quedan: sabe que su rol es secundario pero, sin querer, se vuelve protagonista a fuerza de consejos sabios, palabras justas y una tonada gallega que vale la pena escuchar. (Como bonus track presenciamos su abrazo de bienvenida al locutor Alejandro Apo).
Y a nuestros seguidores (cada vez son más) que reclamaban menos pescado a la parrilla y más jamones colgando, ahí tienen.
Labels: Centro